Biblioteca Historica

Marliani Emanuele

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Senador del Reino de Italia en 1862, los papeles inventariados aportan valiosos datos para un mayor conocimiento, no sólo de su actividad como político, sino también de hombres y acontecimientos concernientes a España e Italia.
Emanuele Marliani, condecorado con numerosas órdenes de caballería ibéricas e italianas, participó en la agitada política española de la primera mitad del siglo pasado y ocupó importantes cargos en nombre de ese Gobierno en Londres, París, Berlín: tareas que el cumplió muy bien, como atestiguan las cartas de felicitación que le envió la Reina de España.
Poco antes de regresar a Italia, fue nombrado Senador de las Islas Baleares. En su patria fue utilizado por Cavour y Farini en delicadas misiones diplomáticas en Londres. Entre los papeles de interés particular, figura un expediente del pleito que disputó contra su primera esposa Carlotta di Folleville, viuda del barón Delaporte, en 1848; acusada de haber dilapidado gran parte del eje patrimonial por mala administración.
El barón Delaporte, su primer marido, riquísimo propietario y banquero conocido en las altas finanzas parisinas, fue protagonista de un sensacional fracaso debido precisamente a la mala administración de su mujer, hasta el punto de terminar en completa miseria. No sabemos cuál fue el destino del caso, pero Marliani, más prudente que Delaporte, logró salvar lo posible y, al parecer, obtuvo el divorcio. Se volvió a casar con Giulia Mathieu en Florencia. La correspondencia contiene documentos de considerable interés: además de autógrafos de Cavour, Cialdini, Farini y otras personalidades más o menos conocidas del siglo pasado, hay no pocas cartas de amigos y conocidos de España.

Es un pequeño pero jugoso archivo, donde el estudioso podrá encontrar auténticas primicias históricas.

 

Biografia

Hijo de Giuseppe Marliani, de Milán, y de la española Francisca de Paula Cassens, Emanuele Marliani, nació en Cádiz el 13 de julio de 1795. Habiendo obtenido un trabajo en la oficina de entrega de la Oficina de Correos de Milán, en 1811 se trasladó a Lombardía; al año siguiente fue ascendido a la dirección general.

Tras el Congreso de Viena, probablemente gracias a conocidos de la familia, se unió a la misión del embajador español E. Bardaxí y Azara dirigida a Lucca para hacerse cargo de la posesión del Ducado, cedida por los acuerdos de 1815 a María Luisa di Borbone. De vuelta en Milán, reanudó su trabajo en la Oficina de Correos, que mantuvo hasta mayo de 1821 cuando, llamado de nuevo por Bardaxí, pasó a Turín y luego a Burdeos. Su rápida salida de Lombardía en la época del movimiento constitucional piamontés, pero sobre todo los vínculos con el ambiente liberal, y en particular con G. Pecchio y G. Berchet, despertó sospechas en el gobierno lombardo, que inscribió su nombre entre los sospechosos en el juicio que también vio a G.G. Pallavicino Trivulzio y G. Arconati Visconti. La comisión encargada de realizar las investigaciones no encontró evidencia particular de su participación directa en el levantamiento; sin embargo, "si se tiene en cuenta cuáles eran sus principios políticos antes de su salida de Milán", escribió el relator del informe sobre Marliani en la orden de detención, “si se considera que ésta tuvo lugar poco antes de que estallara la revolución, y bajo el impulso de Bardaxí, quien aparece por uno de los principales partidarios de la misma [...], también hay indicios legales en su contra " (Archivos de Estado de Milán, [Arch. Postale, Arch. postale lombardo, cart. 34, n. 354). La acusación, que en 1822 le costó la detención y condena por alta traición, fue la de haber actuado como intermediario entre los revolucionarios piamonteses y lombardos y de haber conspirado para convencer al regente Carlo Alberto de Saboya para que dirigiera la revolución en la cercana región austriaca. Contumaz, Marliani decidió regresar a su tierra natal, donde siguió la suerte del gobierno revolucionario de Cádiz enrolándose en la milicia nacional de Sevilla. La intervención del ejército francés, enviado a España para restablecer el orden en la Península Ibérica, lo convenció de volver a emigrar primero en Gibraltar, luego en Londres y más tarde en Marsella, donde por un corto tiempo dirigió una planta de molinos de vapor. De esta época datan sus primeras obras históricas de cierta importancia, dedicadas a la historia de España, como L'Espagne et ses révolutions (Paris 1833) y Apuntes al Estatuto real (1834; citado en Pascual Sastre, p. 123), en las que Marliani defiende el régimen vigente en España de 1820 a 1823 con la intención de devolverle una mayor credibilidad a los ojos de aquellos poderes que esperaban su caída.

En 1836, tras la elección de la regente María Cristina de Borbón de las Dos Sicilias de favorecer a los elementos liberales para bloquear las ambiciones al trono del absolutista Don Carlos, Marliani inició, con su nombramiento como cónsul en París, su dilatada carrera diplomática al servicio de España. Allí permaneció hasta 1838, interrumpiendo ocasionalmente su estancia para ir a Londres a para promover la concesión de un "préstamo univalor" con el que Gran Bretaña y Francia habrían ayudado a reavivar la suerte de la atribulada economía española.
Este intento fracasó, Marliani se vio obligado a abandonar su cargo debido a la presión del Reino de Cerdeña y el Imperio de los Habsburgo, conscientes del papel que desempeñó durante la revolución piamontesa. En 1838 Marliani fue sacado de París y en 1839 fue enviado con el ex primer ministro moderado F. de Zea Bermúdez a las cortes de Berlín, Londres y Viena para obtener el reconocimiento de Isabel II de Borbón, apoyada en patria por el partido liberal, como alternativa a Don Carlos.

En 1840, al regresar a una España ya liberada de la amenaza carlista gracias a la victoriosa campaña del general B. Espartero, Marliani fue nuevamente nombrado cónsul en París; sin embargo, un año después (4 de octubre de 1841) el rechazo de la Francia a concederle el exequátur le obligó a renunciar al cargo. En París, de hecho, Marliani era considerado un "enemigo del gobierno francés" por sus relaciones "con hombres enemigos del gobierno" (Madrid, Archivo del Ministerio de Asuntos exteriores y de Cooperación, P.161, núm. 08258: carta de J. Hernández a J.M. Ferrer del 19 de diciembre. 1840); tampoco pudieron beneficiarle en aquella ocasión la ayuda de Bardaxí y la ayuda conjunta de George Sand y F. Chopin, vinculados a la familia Marliani por una sólida amistad e indignados por el comportamiento del gobierno francés hacia un representante del progresismo europeo (Sand, IV, pág. 495). Los años de la regencia de Espartero (1840-43), determinados por el exilio voluntario de María Cristina, vieron a Marliani profundamente involucrado en los acontecimientos internos españoles, tanto que en 1842 también fue nombrado senador. Así, cuando en 1843 el pronunciamiento de R.M. Narváez marcó momentáneo declive de Espartero, decidió seguirlo al exilio londinense. Regresó a Madrid en 1849; dos años después, sin embargo, abandonó definitivamente España por el Estado Pontificio donde, en 1855, fue nombrado director del colegio español de San Clemente de Bolonia. Sus proyectos, encaminados a transformar el colegio en una moderna academia de ciencias y bellas artes, se vieron frustrados por el pedido de los miembros del instituto de removerlo bajo el pretexto de que era "demasiado joven, y que como tal carece de tacto y de experiencia» (Madrid, Archivo del Ministerio de Asuntos exteriores y de Cooperación, P.161, núm. 08258: carta de 13 de abril de 1855 de M. de Parada, encargado provisional del colegio). Las reticencias de los colegiales se debieron, en realidad, al temor de que su nombramiento favoreciera la política de expropiación de bienes eclesiásticos, medida que Marliani había declarado aprobar, a favor del Estado español. A raíz de estos agravios, y a pesar de sus repetidas negaciones, en 1857 el gobierno de Madrid decidió destituirlo de su cargo.
La experiencia diplomática pasada y las relaciones que tuvo en los años pasados en Bolonia con algunos exponentes del moderatismo italiano le permitieron, en 1859, incorporarse al gobierno provisional de Romaña como diputado del colegio de Budrio. En este papel, fue enviado primero a Toscana para promover la fusión preventiva de los Estados de Italia central y su posterior unificación al Reino de Cerdeña (solución que luego se abandonó por temor a que ralentizara la hipótesis unitaria y abriera el camino a la realización del proyecto francés de una Italia tripartita); luego, en abril del mismo año, en Londres, para obtener la neutralidad de Inglaterra en el inminente conflicto entre Austria y Piamonte. De regreso a Italia, en enero de 1860 fue de nuevo en Londres con la tarea que le encomendó el gobernador de las provincias de Emilia, Luigi Carlo Farini, de sofocar la indignación provocada por la cesión de Niza y Saboya a Francia. Su misión, marcada por un sólido realismo diplomático, pretendía minimizar la reacción emocional de una parte de la opinión pública italiana, para presentar el compromiso ítalo-francés como la consecuencia necesaria del acuerdo alcanzado un año y medio antes entre Napoleón III y Vittorio Emanuele II, en virtud del cual este último unió ahora los estados del centro-norte de Italia bajo su corona. En marzo del mismo año, Marliani fue llamado a Bolonia por invitación de Farini y Camillo Benso, Conde de Cavour. En marzo del mismo año, Marliani fue llamado a Bolonia por invitación de Farini y Camillo Benso, Conde de Cavour, quienes le instaron a abandonar la carrera diplomática "et de diplomate devenir législateur" (Cavour e l’Inghilterra, pág. 52), y a entrar en el Parlamento italiano que sería convocado en breve. Elegido diputado en Budrio en 1861, el 11 de diciembre. 1862 fue nombrado senador y encargado de realizar algunas investigaciones económicas y financieras, como por ejemplo, la encargada por el Ministro de Hacienda M. Minghetti en 1863 sobre la oportunidad de reponer las arcas del Estado, por la extinción de la propiedad de la manomorta (derecho feudal), (Sull'ammortamento dei beni dei morti in Spagna, lettera diretta al ministro delle Finanze Marco Minghetti, Turín 1863). Su actividad política también se distinguió por su compromiso de frenar las alas extremas del Parlamento y dejar las manos libres al gobierno en la organización del nuevo Estado unificado. Rechazados los entusiasmos juveniles democráticos en nombre de un pragmatismo más maduro, Marliani se declaró partidario de un "gobierno fuerte" -dirigido por "generales del ejército"- que frenara la "anarquía parlamentaria" debida a la presencia de políticos que "nadie ni nada respetan” (Archivo de Estado de Biella, Fondo Alfonso Ferrero della Marmora, manojo XCV, dosier 507, número 3687: carta de 8 de julio de 1862 a A. Ferrero della Marmora). El mismo Giuseppe Garibaldi, que unos años antes Marliani había juzgado como "el mesías, el apóstol, el símbolo" del proceso de Risorgimento (en E. Marliani, L'unité nationale de l'Italie, Turín 1860, p. 18), ahora le aparecía dotado de "un orgullo demoníaco, [...] una ambición inconmensurable" movido, "bajo ese elogiado desinterés, [por] la sed de poder" (Bolonia, Arch. del Museo Cívico del Risorgimento, [Arch. Posizioni: Marliani Emanuele, serie D: carta a Laura Bignami, julio de 1862). No fueron sólo los demócratas los que despertaron su desaprobación, sino también los reaccionarios, defensores del poder temporal del pontífice contra el que Marliani se había pronunciado en repetidas ocasiones en el Senado. En consonancia con este acalorado espíritu anticlerical (es célebre su discurso a la Cámara alta a favor de una ley de garantías que afectara más a fondo a los intereses eclesiásticos), Marliani se unió al anticoncilio de Nápoles en 1869, una reunión de librepensadores, ateos y masones, concebida como una oposición laica al concilio Vaticano, convocado en Roma por Pío IX en ese mismo año. Marliani siguió sumando a su carrera política una actividad editorial compuesta por obras sobre la historia de Italia y España, tanto que se le podría considerar "el primer historiador italiano de las cosas españolas después de 1860" (Mugnaini, pág. 22). En 1868, en el momento de la revolución que supuso la caída de la monarquía borbónica en España, Marliani recuperó un plan que ya había concebido en 1854 (momento del breve retorno al poder de Espartero durante el "Bienio Progresista" español) para la sustitución de la dinastía de los Borbones con la de los Saboya y para la reunificación de la Península Ibérica mediante la fusión de Portugal con España (E. Marliani, 1854 et 1869. Un changement de dynastie en Espagne..., Florence 1869). Este proyecto se realizó parcialmente con el breve reinado de Amedeo (Amadeo en España) de Saboya (mientras Marliani había propuesto confiar la corona a Tommaso de Saboya, hijo del duque de Génova y sobrino de Vittorio Emanuele II), que terminó, en febrero de 1873, con la proclamación de la República.

Marliani murió en Florencia el 15 de enero de 1873, seis meses antes de que las Cortes españolas decretaran el fracaso de su plan de expansión de la dinastía Saboya en el Mediterráneo.

Otros escritos

Hay otros escritos de Marliani: Aclaraciónes sobre mi misión a las Cortes de Berlín y Viena en principio de este año, Madrid 1839; De la influencia del sistema prohibitivo en la agricultura, industria, comercio y rentas públicas, ibid. 1842: Discorso sul trattato di cessione di Savoia e Nizza, Bologna 1860; Alcune osservazioni sull'opuscolo «La Francia, Roma e l'Italia», Torino 1861: Brevi cenni in risposta alle considerazioni sulla convenzione del 15 giugno 1862 per la concessione di strade ferrate nelle provincie meridionali e nella Lombardia, ibid. 1862; Della convenzione del 15 settembre, dell'enciclica e dei mezzi morali di conciliazione con Roma, ibid. 1865; Sulla urgenza di una legge di disammortizzazione generale in aiuto delle finanze, Pisa 1866;Trafalgar (21 ott. 1805) e Lissa (20 luglio 1866), Firenze 1867; La Spagna nel 1843 e nel 1872, en Nuova Antologia, abril de 1872, páginas 830-844; El reinado de Fernando VII, Madrid 1986.

Fuentes y bibliografía

Roma, Arch. centrale dello Stato, Real Casa, Casa civile di S.M. il re e ministero della Real Casa, Gabinetto particolare di Vittorio Emanuele II, b. 67, f. 1625 (1869); Ibid., Museo centrale del Risorgimento, bb. 563, n. 19 (1); 145, n. 5 (5) e n. 6 (7); 153, nn. 14 (2) e (9); 158, n. 24 (13 e 45 bis); 111, n. 16 (3); 627, n. 17 (3); Bologna, Arch. del Museo civico del Risorgimento,Arch. Posizioni: Marliani Emanuele, serie D; Arch. di Stato di Biella, Fondo Alfonso Ferrero della Marmora, m. XCV, f. 507 (3684-8); Arch. di Stato di Milano, Arch. Postale, Arch. postale lombardo, cartt. 229, n. 9845; 230, n. 446; Processi politici (1821-22), cartt. 33, nn. 304, 309, 321, 327, 334, 339, 341, 373; 34, nn. 351, 354-355, 359, 416 (1-2); 35, n. 466 (1-8); Arch. segr. Vaticano, Segreteria di Stato, Epoca moderna, rubrica 165, a. 1859, b. 219, f. 12; Madrid, Archivo del Ministerio de Asuntos exteriores y de Cooperación,Personalidades, Manuel Marliani, P.161, n. 08258; P.154, n. 08036; Reconocimiento de Isabel II (1837-1848), H.2837, aa. 1834-40; Correspondencia del consulado de Paris, H.2007, aa. 1834-70 (1836-38);Atti del Parlamento italiano, VIII legislatura, Sessione del 1861 (dal 18 febbraio al 23 luglio), Torino 1861, pp. 289-294; Rendiconti del Parlamento italiano,VIII legislatura, Discussioni del Senato del Regno, Sessione del 1861-62, III, Firenze 1870, pp. 2177, 2264 s., 2287; Sessione del 1863-64, II, Roma 1872, pp. 510-514; III, ibid. 1873, pp. 1950 s., 2304 s.; IV, ibid. 1874, pp. 2859-2867;XI legislatura, Sessione del 1870-71, vol. unico, ibid. 1871, pp. 763-766; N. Bianchi, Storia documentata della diplomazia europea in Italia (1814-61), VII, Torino-Napoli 1870, pp. 183, 592; VIII, Torino-Napoli 1872, pp. 151-153; G. Ricciardi, L'anticoncilio di Napoli del 1869, Napoli 1870, p. 278; Lettere ad Antonio Panizzi, a cura di L. Fagan, Firenze 1880, ad ind.; M. Minghetti, I miei ricordi, III (1850-59), Roma-Torino-Napoli 1890, ad ind.; G. Sforza ,Una missione di M. a Londra, in Il Risorgimento italiano, I (1908), 1, pp. 104-109; Biblioteca di storia italiana recente (1800-1870), IV, Torino 1915, pp. 50-53; J. Bécker, Historia de las relaciónes exteriores de España durante el siglo XIX, I(1800-1839), Madrid 1924, pp. 758, 761-764; Il carteggio Cavour-Nigra dal 1858 al 1861, III, Bologna 1928, pp. 18 s., 67; Cavour e l'Inghilterra, II (1856-61), Bologna 1933 ad ind.; Epistolario di Luigi Carlo Farini, a cura di L. Rava, IV 1852-59), Bologna 1935, pp. 851-853; I documenti diplomatici italiani, serie 1ª(1861-70), I, II, IV, X, Roma 1952-88, ad indices; Le relazioni diplomatiche fra la Gran Bretagna e il Regno di Sardegna, serie 3ª (1848-1860), VII, a cura di G. Giarrizzo, Roma 1962, ad ind.; G. Sand, Correspondance, a cura di G. Lubin, III (juillet 1835 - avril 1837), Paris 1967, ad ind.; IV (mai 1837 - mars 1840), ibid. 1968, ad ind.; E. Poggi, Memorie storiche del governo della Toscana nel 1859-60 (1867), Roma 1976, I, pp. 199-201, 274 s.; II, p. 17; III, pp. 206-208, 220-222; M. Mugnaini, Un esempio di circolazione delle élites: Italia e Spagna dal 1808 al 1860, in Españoles e Italianos en el mundo contemporáneo, a cura di F. García Sanz, Madrid 1990, pp. 22-24; C. Venza, Diplomazia, re Amedeo, movimento operaio: la Spagna dal 1860 al 1898 vista dagli storici italiani, ibid., p. 106; Epistolario di Camillo Cavour, a cura di C. Pischedda - R. Roccia, XVI, 2-3, Firenze 2000, ad ind.; I.M. Pascual Sastre, La Italia del «Risorgimento» y la España del sexenio democrático, Madrid 2001, ad ind.; A. Calani, Il Parlamento del Regno d'Italia, III, Milano 1860, ad nomen; T. Sarti, Il Parlamento subalpino e nazionale, Terni 1890, ad nomen; Diz. del Risorgimento nazionale, III s.v.(G. Maioli); Enc. biografica e bibliogr. «Italiana», A. Malatesta, Ministri, deputati, senatori dal 1848 al 1922, II, p. 160.F. Di Giuseppe.